LED STUDIO
Cuando se nos propuso participar como columnistas en Atmósfera nuestra reacción fue de gran entusiasmo, ya que pocas veces se generan oportunidades de tener un espacio donde poder desarrollar temas relacionados con tu “expertise profesional”, pero de una forma suelta, relajada, más humana …(no comercial).
Por lo mismo, esta primera columna, lejos de tratar temas técnicos o prácticos sobre iluminación y sus distintos usos, será un breve viaje en el tiempo a través de la luz. Viajaremos sobre vastos territorios llenos de luces y sombras para ir descubriendo que todos somos seres de luz desde nuestro nacimiento hasta nuestro último día de vida.
Nuestra primera parada en este viaje es el lenguaje humano, nos podemos dar cuenta que este está plagado de referencias a la luz y la sombra desde nuestro nacimiento: dar a luz, vio la luz, salió a la luz, años luz, se iluminó, alma de luz, a la luz de las velas, vio la luz al final del túnel…
Si analizamos los rituales de la humanidad, la luz y la sombra siempre están presentes. Las velas no pueden faltar en bautizos, matrimonios y velorios, comidas románticas, graduaciones y cumpleaños, luces de colores que se prenden y apagan en bailes, discotecas, festivales y carnavales, parques de entretenciones, programas de televisión, los fuegos artificiales que iluminan la oscuridad de la noche cada año nuevo, las puestas de sol y los amaneceres esperados por los enamorados a la orilla del mar, la luz natural y artificial está en todo, nos acompaña silenciosamente en cada momento de la existencia humana. La falta de esta determina como nos sentimos, como nos movemos, como interactuamos con los seres vivos y las cosas.
De niño viví en una casa sombría, no estoy queriendo decir con esto que mi infancia fue oscura o infeliz, solo digo que no era una casa luminosa, recuerdo que por eso era muy fría en invierno y fresca en verano, lo curioso es que nunca reparé en eso hasta muchos años después cuando me fui de la casa de mis padres e inconscientemente busqué un departamento muy pequeño, pero que era luminoso gran parte del día, abrir la puerta de entrada era sumergirme en un baño de luz cálida que me llenaba de energía y me hizo entender el gran cambio de vida que estaba comenzando y lo importante que era hacerlo en un lugar que me gustaba y me daba alegría.
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Fotografía: Cortesía de LED STUDIO.