MARÍA PAZ BLANCO
Cuántas veces hemos escuchado frases como las siguientes: “El tiempo lo dirá”, “Que sea lo que Dios quiera”, u “Ojalá el universo conspire a mi favor”. Sin duda, son refranes que forman parte del inconsciente colectivo y de seguro todos alguna u otra vez los hemos oído o incluso mencionado.
Es un hecho que hoy el “dejar fluir” está de moda y echarle la culpa a “mercurio retrógrado” también. Se ha convertido en un concepto popular dejar en manos de “un tercero” llámese Dios, el universo, la luna o una “fuerza superior”, la responsabilidad final de que ocurra algo o que se encargue del destino de nuestra vida. No obstante, “el dejar fluir” desde mi parecer es una decisión que surge como la consecuencia de la acción, es decir del hacer y no solo desde la creencia de que lo que queremos en nuestra vida depende de tener pensamientos positivos y que el universo hará su parte, ya que este tipo de pensamiento se convierte en la excusa perfecta para la no-acción o para seguir cómodamente en la zona de estancamiento y también como la justificación ideal para liberarse de toda responsabilidad que involucra el hacerse cargo, el actuar y también la culpa que produce el no hacerlo o no lograr los resultados que estábamos esperando.
